Hay veces en que vas a algún sitio y recuerdas especialmente a alguien, no por nada en concreto, sino porque alguna sonrisa, algún objeto o algunos momentos te traen cerca a la persona que va a ser sujeto de ese recuerdo. Intentas inmortalizarlo con algo para que esa sensación agradable no se te escape como agua entre las manos y cuando puedes, haces partícipe de ello al sujeto en cuestión. Quizás no contabas con que la otra persona se verá forzada a corresponderte, pero yo me preguntaba: ¿ realmente lo hago pensando en ser correspondida? Como la respuesta ha sido no, borrón y cuenta nueva. Haré lo que me pida el cuerpo, aunque desde otra dimensión: la del que recibe mi recuerdo. Así nadie se sentirá mal.
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