Hoy he llegado al purgatorio y no me han dejado pasar a la siguiente fase; decían, no sin razón, que mis faltas, a pesar de ser leves, eran faltas y que hasta que no las expiara, no había nada que hacer. De nada me sirvió decirle que vivir es cometerlas, porque vida y santidad no siempre van unidas, que nunca me aparté de la senda que me pidió el alma para avanzar y crecer con las personas a las que quiero, aunque a veces, la moral te dice una cosa y el corazón otra.Y nada. Simplemente debía esperar... Sin embargo, no entendí que se me culpase de nada: si hice algo en vida que debiera ser perdonado, me encargué de rogar y suplicar por el perdón, mediante palabras o hechos, sin orgullo, con la cabeza baja y el corazón lleno de buenos sentimientos.
De todas formas, si es un requisito imprescindible, espero y punto. Mientras tanto, haré sudokus esperando que me abran.
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