Hoy me siento como el ave fénix, aquélla que resurgió para volver a vivir otra vida, quizás parecida a la anterior, pero llena de nuevas sensaciones. En esta existencia por estrenar, no siento el calor agobiante que hizo hervir mi cuerpo, el que quemó mis ilusiones y le quitó sentido a la rutina que practicaba, sino que fue como abrir una ventana a cosas nuevas, a experiencias distintas, en definitiva, acercarme al que parecía un barranco en mi vida y descubrir que era sólo un pequeño escalón que daba entrada a un lugar suave y cálido que aún no conocía.
Me quemé, sí, pero hoy espero renacer entre mis propias cenizas.
Me quemé, sí, pero hoy espero renacer entre mis propias cenizas.
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