Parece que se lleva lo extremo en materia de opinión, por lo que se ve, es lo que tiene esa libertad, que nos permite hablar hasta llegar al mismísimo límite; nos creemos con derecho a criticar y a parlotear sobre lo que hemos oído aunque no nos incumba y claro, amparados por un "es lo que yo pienso" decimos a veces verdaderas barbaridades. No nos ponemos en la piel del otro ( ¿para qué?) ni somos prudentes en el hablar, sino que estamos en nuestro DERECHO de llamar a las cosas por su nombre, es decir, por el que nos da la gana. Y nos quedamos tan panchos.Incluso hay quien rebate lo batido para hacer una amalgama de ideas confusas y muchas veces, intolerantes.
En fin, allá cada uno con su conciencia.Llámese "moral", "filosofía" de andar por casa o lo que queramos. En definitiva, resquebrajamos de los demás las decisiones que ni nos afectan ni nos incumben. Cada vida es un mundo y al menos yo no me siento la mayoría de las veces capacitada para ponerlas en tela de juicio.
¡Afortunado quien sepa que lleva la razón en sus palabras!
No hay comentarios:
Publicar un comentario