viernes, 24 de octubre de 2008

Opinión

Parece que se lleva lo extremo en materia de opinión, por lo que se ve, es lo que tiene esa libertad, que nos permite hablar hasta llegar al mismísimo límite; nos creemos con derecho a criticar y a parlotear sobre lo que hemos oído aunque no nos incumba y claro, amparados por un "es lo que yo pienso" decimos a veces verdaderas barbaridades. No nos ponemos en la piel del otro ( ¿para qué?) ni somos prudentes en el hablar, sino que estamos en nuestro DERECHO de llamar a las cosas por su nombre, es decir, por el que nos da la gana. Y nos quedamos tan panchos.Incluso hay quien rebate lo batido para hacer una amalgama de ideas confusas y muchas veces, intolerantes.
En fin, allá cada uno con su conciencia.Llámese "moral", "filosofía" de andar por casa o lo que queramos. En definitiva, resquebrajamos de los demás las decisiones que ni nos afectan ni nos incumben. Cada vida es un mundo y al menos yo no me siento la mayoría de las veces capacitada para ponerlas en tela de juicio.
¡Afortunado quien sepa que lleva la razón en sus palabras!

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