Nuestra vida es como una telaraña. Somos arañas que vamos tejiendo de forma constante una red finísima de relaciones que vamos ensartando en varios ejes: la vida, el amor, la amistad... De uno a otro, estamos como en el vacío, pero cuando menos lo esperamos, llega alguien que nos ancla en ella, haciendo que hagamos una pequeña inflexión y continuemos nuestro camino. Puede que el destino ( si existe) nos dé tal testarazo que la rompa y la tengamos que volver a empezar, pero siempre avanzanzando, siempre en pos de la simetría y el equilibrio que toda telaraña parece tener. Y mientras tanto, nuestra tela será diferente a la de los demás, más o menos tupida, más o menos hermosa, con más o menos gotitas de agua colgando a modo de lágrimas, con más o menos movimiento.
Mi telaraña es bastante densa: siempre se me dio bien tejer.
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