Hoy no siento nada. Esta mañana me levanté con el cuerpo ausente, como ido de este mundo, no sentía ni dolor, ni frío, ni nada , salvo vacío. Pensé que era de cansancio o de hastío, pero he descubierto que es puro y simple agotamiento de sentir demasiado. Hoy no quiero que se me erice la piel, ni que el corazón bombee a gusto, ni siquiera que me hablen palabras tiernas o susurros, no quiero que me toquen porque el tacto de los dedos es una simple presión, ni que me respiren cerca, nada.
Sólo quiero sentarme y esperar que todo esto pase.
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