Si no oigo tu voz, no me siento en casa. Cuando no me hablas, el mundo gira a velocidad desorbitada, maquillada por una angustiosa espera, y te busco, como cuando te giras hacia el mundo y resulta que no hay nadie detrás sino el todo lleno de sombras y oscuridades profundas y el corazón, tan sumamente apagado, se bate vertiginoso con la llegada de una caída, mi caída...
Si no oigo tu voz, no me siento en casa. Pierdo la condición de persona desvalida, maquillo la pena con sonrisas destempladas, y olfateo buscando tu rastro, persiguiendo los olores que desprendes a tu paso.
Si oigo tu voz me siento en casa. Pero no la oigo...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario