Sería fácil salir de una misma para perder la razón, para vivir otra vida que no fuera la propia, quedar ante los demás como una sombra de lo que se fue para ser otra persona: sería realmente fácil engañar a los demás actuando como un autómata que apenas piensa o siente nada, pero no es lo que me he propuesto. Quiero ser y sentirme viva, con lo bueno y lo malo que lleve la decisión que tome, independientemente de lo que me suceda después de escoger un camino más difícil o más oscuro. Una línea de acción a medida para los que amen la tortuosa senda de apostar y arriesgar por lo que se siente, aunque ello sea lo más penoso que toca vivir.
Sería fácil ir donde los demás, llevada quizás por la marabunta de decisiones de la mayoría, tomar el color gris de quien se deja empujar por la marea humana, no destacar por nada, siendo del mismo tono que los demás, sin variar en lo más mínimo la gama que se presenta. Sin embargo, no me distinguiría de los demás, simplemente llevaría la vida gris y monótona de todos.
No quiero ser así, prefiero dejar que mis ojos lloren por impotencia, mis manos abracen un ideal o caiga todo mi cuerpo por un desengaño que sentarme, sonreir a todos y esperar que algo suceda. No quiero ser espectadora de mi propia vida, sentada en la terraza de una calle concurrida para ver que todos cambian, giran, caminan, corren y lloran y yo, sólo puedo esperar a que el café se enfríe para degustarlo.
Es lo único que tengo claro en todo lo que soy.
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